(Liev Nikoláievich Tolstói; Yasnaia Poliana, 1828 - Astapovo, 1910)
Escritor ruso. Hijo del noble propietario y de la acaudalada princesa
María Volkonski, Tolstói viviría siempre escindido entre esos dos
espacios simbólicos que son la gran urbe y el campo, pues si el primero
representaba para él el deleite, el derroche y el lujo de quienes
ambicionaban brillar en sociedad, el segundo, por el que sintió
devoción, era el lugar del laborioso alumbramiento de sus preclaros
sueños literarios.
El muchacho quedó precozmente huérfano, porque su madre falleció a los
dos años de haberlo concebido y su padre murió en 1837. Pero el hecho de
que después pasara a vivir con dos tías suyas no influyó en su
educación, que estuvo durante todo este tiempo al cuidado de varios
preceptores masculinos no demasiado exigentes con el joven aristócrata.
En 1843 pasó a la Universidad de Kazán, donde se
matriculó en la Facultad de Letras, carrera que abandonó para cursar
Derecho. Estos cambios, no obstante, hicieron que mejorasen muy poco sus
pésimos rendimientos académicos y probablemente no hubiera coronado
nunca con éxito su instrucción de no haber atendido sus examinadores al
alto rango de su familia.
Además, según cuenta el propio Tolstoi en Adolescencia,
a los dieciséis años carecía de toda convicción moral y religiosa, se
entregaba sin remordimiento a la ociosidad, era disoluto, resistía
asombrosamente las bebidas alcohólicas, jugaba a las cartas sin descanso
y obtenía con envidiable facilidad los favores de las mujeres. Regalado
por esa existencia de estudiante rico y con completa despreocupación de
sus obligaciones, vivió algún tiempo tanto en la bulliciosa Kazán como
en la corrompida y deslumbrante ciudad de San Petersburgo.
Al salir de la universidad, en 1847, escapó de las
populosas urbes y se refugió entre los campesinos de su Yasnaia Poliana
natal, sufriendo su conciencia una profunda sacudida ante el espectáculo
del dolor y la miseria de sus siervos. A raíz de esta descorazonadora
experiencia, concibió la noble idea de consagrarse al mejoramiento y
enmienda de las opresivas condiciones de los pobres, pero aún no sabía
por dónde empezar. De momento, para dar rienda suelta al vigor
desbordante de su espíritu joven decidió abrazar la carrera militar e
ingresó en el ejército a instancias de su amado hermano Nicolás. Pasó el
examen reglamentario en Tiflis y fue nombrado oficial de artillería.
El
enfrentamiento contra las guerrillas tártaras en las fronteras del
Cáucaso tuvo para él la doble consecuencia de descubrirle la propia
temeridad y desprecio de la muerte y de darle a conocer un paisaje
impresionante que guardará para siempre en su memoria. Enamorado desde
niño de la naturaleza, aquellos monumentales lugares grabaron en su
ánimo una nueva fe panteísta y un indeleble y singular misticismo.
Al
estallar la guerra de Crimea en 1853, pidió ser destinado al frente,
donde dio muestras de gran arrojo y ganó cierta reputación por su
intrepidez, pero su sensibilidad exacerbada toleró con impaciencia la
ineptitud de los generales y el a menudo baldío heroísmo de los
soldados, de modo que pidió su retiro y, tras descansar una breve
temporada en el campo, decidió consagrarse por entero a la tarea de
escribir.
Durante
algún tiempo viajó por Francia, Alemania, Suiza..., y de allí se trajo
las revolucionarias ideas pedagógicas que le moverían a abrir una
escuela para pobres y fundar un periódico sobre temas didácticos al que
puso por nombre Yasnaia Poliana. La enseñanza en su institución era
completamente gratuita, los alumnos podían entrar y salir de clase a su
antojo y jamás, por ningún motivo, se procedía al más mínimo castigo. La
escuela estaba ubicada en una casa próxima a la que habitaba Tolstoi y
la base de la enseñanza era el Antiguo Testamento.
Pronto fue imitada por otras, pero su peligrosa novedad,
junto a los ataques del escritor contra la censura y a su
reivindicación de la libertad de palabra para todos, incluso para los
disidentes políticos, despertó las iras del gobierno que a los pocos
años mandó cerrarla. Era uno de los primeros reveses de su proyecto
reformador y uno de los primeros encontronazos con las fuerzas vivas de
Rusia, aunque no sería el único. Sus discrepancias con la Iglesia
Ortodoxa también se hicieron notorias al negar abiertamente su
parafernalia litúrgica, denunciar la inútil profusión de iconos, los
enrarecidos ambientes con olor a incienso y la hipocresía y
superficialidad de los popes.
Además, cargó contra el
ejército basándose en el Sermón de la Montaña y recordando que toda
forma de violencia era contraria a la enseñanza de Cristo, con lo que se
ganó la enemistad juramentada no sólo de los militares sino del propio
zar. Incluso sus propios siervos, a los que concedió la emancipación
tras el decreto de febrero de 1861, miraron siempre a Tostoi, hombre tan
bondadoso como de temperamento tornadizo, con insuperable suspicacia.
A pesar de ser persona acostumbrada a meditar sobre la
muerte, el trágico fallecimiento de su hermano Nicolás, acaecido el 20
de septiembre de 1860, le produjo una extraordinaria conmoción y, al año
siguiente, se estableció definitivamente en Yasnaia Poliana. Allá
trasladará en 1862 a su flamante esposa Sofía Behrs, hija de un médico
de Moscú con quien compartió toda su vida y cuya abnegación y sentido
práctico fue el complemento ideal para un hombre abismado en sus propias
fantasías.
Sofía era entonces una inocente muchacha
de dieciocho años, deslumbrada por aquel experimentado joven de treinta
y cuatro que tenía a sus espaldas un pasado aventurero y que además,
con imprudente sinceridad, quiso que conociese al detalle sus anteriores
locuras y le entregó el diario de su juventud donde daba cuenta de sus
escandalosos desafueros y flirteos. Con todo, aquella doncella que le
daría trece hijos, no titubeó ni un momento y aceptó enamorada la
proposición de unir sus vidas, contrato que, salvando períodos
tormentosos, habría de durar casi medio siglo.
Merced a los cuidados que le prodigaba Sofía en los
primeros y felices años de matrimonio, Tolstoi gozó de condiciones
óptimas para escribir su asombroso fresco histórico titulado Guerra y paz,
la epopeya de la invasión de Rusia por Napoleón en 1812, en la que se
recrean nada menos que las vidas de quinientos personajes. El abultado
manuscrito fue pacientemente copiado siete veces por la esposa a medida
que el escritor corregía; también era ella quien se ocupaba de la
educación de los hijos, de presentar a las niñas en sociedad y de cuidar
del patrimonio familiar.
La construcción de este
monumento literario le reportó inmediatamente fama en Rusia y en Europa,
porque fue traducido enseguida a todas las lenguas cultas e influyó
notablemente en la narrativa posterior, pero el místico patriarca juzgó
siempre que gozar halagadamente de esta celebridad era una nueva forma
de pecado, una manera indigna de complacerse en la vanidad y en la
soberbia.
Si Guerra y paz había comenzado a publicarse por
entregas en la revista El Mensajero Ruso en 1864 y se concluyó en 1869,
muchas fueron después las obras notables que salieron de su prolífica
pluma y cuya obra completa puede llenar casi un centenar de volúmenes.
La principal de ellas es Ana Karenina (1875-1876), donde se relata una febril pasión adúltera, pero también son impresionantes La sonata a Kreutzer (1890), curiosa condenación del matrimonio, y la que es acaso más patética de todas: La muerte de Iván Ilich (1885).
Al
igual que algunos de sus personajes, el final de Tolstoi tampoco estuvo
exento de dramatismo y el escritor expiró en condiciones bastante
extrañas. Había vivido los últimos años compartiendo casi todo su tiempo
con depauperados campesinos, predicando con el ejemplo su doctrina de
la pobreza, trabajando como zapatero durante varias horas al día y
repartiendo limosna. Muy distanciado de su familia, que no podía
comprender estas extravagancias, se abstenía de fumar y de beber
alcohol, se alimentaba de vegetales y dormía en un duro catre.
Por último, concibió la idea de terminar sus días en un
retiro humilde y el octogenario abandonó su hogar subrepticiamente en la
sola compañía de su acólito el doctor Marivetski, que había dejado su
rica clientela de la ciudad para seguir los pasos del íntegro novelista.
Tras explicar sus razones en una carta a su esposa, partió en la
madrugada del 10 de noviembre de 1910 con un pequeño baúl en el que
metió su ropa blanca y unos pocos libros.
Durante
algunos días nada se supo de los fugitivos, pero el 14 Tolstoi fue
víctima de un grave ataque pulmonar que lo obligó a detenerse y a buscar
refugio en la casa del jefe de estación de Astapovo, donde recibió los
cuidados solícitos de la familia de éste. Sofía llegó antes de que
falleciera, pero no quiso turbar la paz del moribundo y no entró en la
alcoba hasta después del final. Le dijeron, aunque no sabemos si la
anciana pudo encontrar consuelo en esa filantropía tan injusta para con
ella, que su últimas palabras habían sido: "Amo a muchos."
En cierto modo, la biografía de León Tolstoi constituye una infatigable
exploración de las claves de esa sociedad plural y a menudo cruel que lo
rodeaba, por lo que consagró toda su vida a la búsqueda dramática del
compromiso más sincero y honesto que podía establecer con ella.
Aristócrata refinado y opulento, acabó por definirse paradójicamante
como anarquista cristiano, provocando el desconcierto entre los de su
clase; creyente convencido de la verdad del Evangelio, mantuvo abiertos
enfrentamientos con la Iglesia Ortodoxa y fue excomulgado; promotor de
bienintencionadas reformas sociales, no obtuvo el reconocimiento ni la
admiración de los radicales ni de los revolucionarios; héroe en la
guerra de Crimea, enarboló después la bandera de la mansedumbre y la
piedad como las más altas virtudes; y, en fin, discutible y discutido
pensador social, nadie le niega hoy haber dado a la imprenta una obra
literaria inmensa, una de las mayores de todos los tiempos, donde la
epopeya y el lirismo se entreveran y donde la guerra y la paz de los
pueblos cobran realidad plásticamente en los lujosos salones y en los
campos de batalla, en las ilusiones irreductibles y en los furiosos
tormentos del asendereado corazón humano.
Los libros de este autor que tengo en mi biblioteca son:
Cristianismo y anarquismo
Cual es mi fe la Iglesia y el Estado
Cuanta tierra necesita un hombre
Después del baile
El diablo
El músico Alberto
El primer paso
El reino de Dios está dentro de vosotros
El sitio de Sebastopol
Guerra y paz
Hadyi Murad
Katia
La felicidad conyugal
La muerte de Ivan IlichCual es mi fe la Iglesia y el Estado
Cuanta tierra necesita un hombre
Después del baile
El diablo
El músico Alberto
El primer paso
El reino de Dios está dentro de vosotros
El sitio de Sebastopol
Guerra y paz
Hadyi Murad
Katia
La felicidad conyugal
La sonata a Kreutzer
La tormenta de nieve
Lo que debe hacerse
Los decembristas
Los tres ermitaños
Narrativa breve
Polikushka
¿Qué es el arte?
Relatos
Resurrección
Tres muertes
La tormenta de nieve
Lo que debe hacerse
Los decembristas
Los tres ermitaños
Narrativa breve
Polikushka
¿Qué es el arte?
Relatos
Resurrección
Tres muertes
Para cualquier consulta podéis hacerla en mi correo electrónico: jortanav2@gmail.com
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