Listados alfabéticos:

viernes, 21 de enero de 2022

José Echegaray y Eizaguirre (1832 - 1916)


José Echegaray:

(José Echegaray y Eizaguirre; Madrid, 1832 - 1916) Dramaturgo, ingeniero y político español. Se graduó con el número uno de su promoción en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid, en la que entró como profesor. Sus ideas políticas y económicas liberales le llevaron a participar en la Sociedad Libre de Economía Política en defensa de las ideas librecambistas.

    Tras la revolución democrática de 1868, en la que no había participado, contribuyó al afianzamiento del nuevo régimen ocupando diversos cargos políticos: fue diputado en las Cortes constituyentes, director general de Obras Públicas (1868-69), ministro de Fomento (1869-70 y 1872) y ministro de Hacienda (1872-73). Participó activamente con Ruiz Zorrilla en la fundación del Partido Radical.

    Después del hundimiento de la monarquía de Amadeo de Saboya (1873), apoyó el efímero régimen de la Primera República, a la que sirvió encargándose por dos veces del Ministerio de Hacienda (en 1873 y 1874). A él se deben medidas como la Ley de Bases de Ferrocarriles (1870) o el monopolio de emisión de billetes del Banco de España (1874).

    Siguió fiel a sus ideales republicanos tras el pronunciamiento de Arsenio Martínez Campos que restauró la Monarquía (1874). No obstante, participó como diputado en las Cortes monárquicas de 1876, a fin de poder defender su gestión de las críticas de los conservadores. Luego participó con Cristino Martos y Nicolás Salmerón en la fundación del Partido Republicano Progresista (1880) y, finalmente, aceptó entrar en la política del régimen de la Restauración, formando parte del ala izquierda del Partido Liberal de Sagasta.

    Fue en su época un hombre de inmenso prestigio, presidente del Ateneo de Madrid (1888), director de la Real Academia Española (1896), senador vitalicio (1900) y dos veces presidente de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1894-96 y 1901-16).

    Echegaray fue además un dramaturgo de gran éxito entre el público de la época, si bien desprovisto de valores literarios visto desde nuestros días; no obstante, en 1904 la Academia sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura, decisión que escandalizó a las vanguardias literarias españolas y, en particular, a los escritores de la generación del 98 (Pío Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu, Miguel de Unamuno). En virtud de su prestigio fue llamado nuevamente a la cartera de Hacienda en un gobierno presidido por Eugenio Montero Ríos (1905).

    Aunque se le considera el máximo exponente del teatro de la Restauración, la obra de Echegaray recuperó los procedimientos más estridentes de la escena romántica. En 1874 había estrenado sus dos primeras piezas, El libro talonario y La esposa del vengador, pero fue el drama histórico En el puño de la espada (1875) el que empezó a proporcionarle popularidad. Desde entonces escribió más de sesenta comedias y dramas. Muchas de sus obras constituyeron verdaderos acontecimientos y fueron traducidas a varios idiomas, viéndose el autor ensalzado y consagrado por el público y la crítica. Junto a obras de tema histórico, entre las que destaca En el seno de la muerte (1879), abordó asuntos contemporáneos en O locura o santidad (1877) y El gran galeoto (1881). Su creación más célebre, Mariana (1892), fue escrita para la actriz María Guerrero.

José Echegaray una vez que recibió
el Nobel de literatura


    En su producción abundan los conflictos melodramáticos, con duelos, amores adúlteros y suicidios tratados de forma efectista y declamatoria, sin elemento alguno de verosimilitud o análisis psicológico. Mientras las tendencias realistas se imponían en el ámbito de la novela, José Echegaray prefirió recuperar los rasgos más truculentos y espectaculares del teatro romántico. Actualmente los éxitos clamorosos y la fama de Echegaray parecen excesivos; con todo, no puede negarse que muchos de sus dramas ofrecen, aparte su hábil construcción escénica, momentos de exaltada pasión e incluso de aparente grandeza, ante los cuales el espectador no puede permanecer indiferente. No hay que olvidar que una parte importante de la fascinación que ejerció ese teatro sobre el público debe atribuirse al virtuosismo de grandes actores como Vico, Ricardo y Rafael Calvo, María Guerrero, etc.; para ellos y a su medida escribió muchos de sus dramas.

    En 1904 compartió con el poeta provenzal Frédéric Mistral el premio Nobel de Literatura, lo que suscitó las críticas de los jóvenes autores modernistas y de la Generación del 98. Ángel Ganivet calificó sus obras de "estupendos mamarrachos", y los críticos posteriores apenas las consideraron algo más que una imitación insustancial de Calderón de la Barca. La Academia sueca había manifestado su preferencia por el dramaturgo catalán Ángel Guimerà, cuya superioridad como artista creador con respecto de Echegaray era evidente; presiones y conveniencias oficiales inclinaron la balanza en favor del madrileño.


Billete de 1000 pesetas con José Echegaray (1971)


    En su último período se advierte un afán de renovación a través de los dramas El hijo de don Juan (1891) y El loco Dios (1900), en los que trató de aproximarse al lenguaje naturalista de Henrik Ibsen. No obstante, este intento fue infructuoso y el teatro de Echegaray quedó rápidamente superado por la visión satírica de Jacinto Benavente.

Los libros de este autor que tengo en mi biblioteca son:


A fuerza de arrastrarse
A la orilla del mar
Algunas veces aquí
Amor salvaje
Bodas trágicas
Comedia sin desenlace
Como empieza y como acaba
Conferencia sobre física matemática
Conflicto entre dos deberes
Correr en pos de un ideal
De mala raza
Discursos leídos en la RAE
Don Melchor y los Reyes Magos
Dos golfos, dos caminos y dos sueños
El conde Lotario
El estigma
El gladiador de Rávena
El Gran Galeoto
El hijo de Don Juan
El hombre negro
El libro talonario
El loco Dios
El poder de la impotencia
El prólogo de un drama
En el puño de la espada
En el seno de la muerte
Haroldo el normando
Irene de otro tanto
Iris de paz
La cantante callejera
La desequilibrada
La duda
La escalinata de un trono
La esposa del vengador
La muerte en los labios
La puerta negra y la puerta azul
La realidad y el delirio
La rencorosa
La última limosna
La última noche
Lo que no puede decirse
Lo sublime en lo vulgar
Los anteojos de color
Los dos curiosos impertinentes
Los dos granujas
Los rígidos
Mancha que limpia
Mar sin orillas
Mariana
Memorias de una moneda de oro
Morir por no despertar
O locura o santidad
Para tal culpa tal pena
Piensa mal y acertarás
Problemas de geometría
Silencio de muerte
Teoría matemática de la luz
Teoría moderna de la física
Un sol que nace y un sol que muere





















1 comentario:

  1. ¡Qué pasada! Menuda vida la de este escritor, ¡gracias por ilustrarnos, una vez más! Qué poquito nos enseñan en el colegio... Enhorabuena por tu post, completo y muy claro. Felicidades 😊

    ResponderEliminar